Abrí los ojos al mundo circundante el mismo año que los abrió a la inmortalidad: Ernesto «Che» Guevara.
Una coincidencia histórica, que a pesar del Che, a mi me marcaría mis futuros 16 años y el resto de mi vida adulta.
¿Es posible que en un mundo que destroza colectivos de carne y hueso, una luz (con la piel de los inmortales) se haga carne en la entrega a sus semejantes?
El hombre nuevo deberá ser escoria de lo viejo para que de su entraña se pueda parir vida: El legado del Che es la esencia misma del desafió de los mortales. Vivir en un mundo de todos o construir el mundo de la soledad como estandarte.
Claro que cuando abrí mis ojos no tenía ni idea de los «maravilloso que es vivir entre mortales». Mi país es de esos lugares que te mantienen vivos a pesar de la muerte como bacteria que se esparce.
Joaquín Sabina, ese juglar de lo cotidiano, dirá: «Argentina es maravillosa porque aquí vivo la locura de no saber que pasará al otro día. En Europa se vive la paz de los cementerios…»
Y para no dejar que abra los ojos solamente, escribirá «1968» para ubicarme en el mundo:
Aquel año mayo duró doce meses
tú y yo acabábamos de nacer
y un señor muy serio moría del disgusto
en la primera página del ABC
los claveles mordían a los magistrados
París era un barrio con acordeón
Marx prohibió a sus hijos que llegaran tarde
a la dulce hoguera de la insurrección
la poesía salió a la calle
reconocimos nuestros rostros
supimos que todo es posible
en 1968
Jean Paul Sartre y Dylan cantaban a dúo
jugaban al corro Lenin y Rambo
los relojes marcaban 40 de fiebre
se hablaba de sexo en la empresa Renault
dos y dos ya nunca más sumaron 4
sufrió mal de amores hasta Degault
en medio de Praga crecían amapolas
como un reto rojo al gris hormigón
la poesía salió a la calle
reconocimos nuestros rostros
supimos que todo es posible
en 1968
Pero no pudimos reinventar la historia
mascaba la muerte chicle en el Vietnam
pisaban los tanques las flores de Praga
En México lindo tiraban a dar
mientras Che cavaba su tumba en Bolivia
cantaba Masiel en Eurovisión
y mi padre llegaba puntual al trabajo
con el cuello blanco y el traje marrón
si ahora encuentro aquel amigo
leo en el fondo de sus ojos
que ya se secaron las flores
de 1968.
Los cuadros hicieron huelga en los museos
París era rojo, San Francisco azul
un vagabundo fue elegido alcalde
y la Sorbona estaba en Catmandú
sobreviva imbécil! es el rock o la muerte
beba coca-cola, cante esta canción
que la primavera va ha durar muy poco
que mañana es lunes y anoche llovió.
si ahora encuentro aquel amigo
leo en el fondo de sus ojos
que ya se secaron las flores
de 1968.
(*) Sociedad y cultura en los años 60 y 70: Doc.PDF
(*) La infancia en la Argentina de los 6o: Doc. PDF (Sergio A. Pujol)
(*) Una década argentina 1966-1976: Doc. PDF
Sólo pasaron 16 primaveras entre el Mayo del 68, la partida de Ernesto, y la revolución a la vuelta de la esquina.
Me acunaba el «Yesterday» de John y Paul, las ganas del regreso de Perón, y el Renault 12 para darme una vuelta a las ilusiones.
Mis compañeros eran compañeros, y los «tres chiflados» sólo locos lindos que disfrutaban de la risa.
La mentira era una palabra que significaba «contra la pared», y la palabra «liberación» significaba «contra el paredón».
Los hombres de azules cuidaban por nuestra seguridad, y los de verde por la seguridad de ellos: Entre ambos colores mis viejos pintaban paredones con colores rojos y negros.
Mi educación era la de los lápices de colores en cartuchera de cuero. La de mis hermanos, se llamó: «La noche de los lápices».
La vida en mi país no es la paz de los cementerios europeos. Pero Europa nos dio vida preguntando por nuestros ausentes.
Construí mi adolescencia con el adolecer de los hipócritas. Un desafió que esperaba por la oscuridad de aquellos que encerraron a los amados.
Amar fue la consigna de guerra: Lo demás se llama especie…